REFORMULACIÓN
DEL FRAGMENTO

Curaduría: Maria Lightowler

En su trabajo explora la interconexión entre fragmento y memoria, más concretamente el fragmento como recurso de la memoria, utilizando la técnica del collage para crear composiciones que reflejen la naturaleza fragmentada y discontinua de la memoria humana.

A través del uso de imágenes y materiales diversos, el artista invita al espectador a reflexionar sobre cómo la memoria se construye a partir de fragmentos, experiencias y  sensaciones que se unen para formar una imagen más amplia y compleja de nuestras identidad. Al mismo tiempo, la fragmentación de sus composiciones sugiere la inevitabilidad de la perdida y el olvido de la linealidad narrativa de lo acontecido en nuestras vidas, recordándonos la fragilidad de la memoria y la importancia de valorar y preservar los fragmentos que todavía podemos recordar.

Citando un párrafo de George Didi-Huberman en su libro «Vislumbres», dice asi: «Adopté la costumbre de llamar «vislumbres» a fragmentos de cosas o de acontecimientos que aparecen. Esto no dura mucho tiemplo. Fragmentos, astillas del mundo, restos que van, que vienen. Empizan a desaparecer, algo asi como la estela de una pregunta, de un recuerdo o un deseo».

En la obra de Jesús Tejero del Campo, aparecen obstaculizaciones que pueden ser insertas dentro de esta linea de pensamiento. Sin embargo, es un recolector que acopia sin tapujos. Acumula detalles, fragmentos, pedazos de mundo que no cobran sentido sino hasta el momento de disponerlos en un diálogo consciente, al momento del trabajo en el taller para configurar una unidad con sentido hólistico.

Monolito I - Óleo sobre lienzo - 175 x 145 cm - 2023
Monolito II - Óleo sobre lienzo - 175 x 145 cm - 2023
Monolito III - Óleo sobre lienzo - 175 x 145 cm - 2023
Bosque fragmentado I - Óleo sobre lienzo - 125 x 138 cm - 2023
Bosque fragmentado II - Óleo sobre lienzo - 125 x 168 cm - 2023
Bosque fragmentado I y II - Óleo sobre lienzo - 125 x 138 cm y 125 x 168 cm - 2023

Sus obras comienzan desde lo tangible del papel. Sobre fondos neutros, prueba, superpone y compone con rasgados de revistas, catálogos comerciales, incluso fotos propias, construyendo realidades inexistentes. Este despieze se vuelve una obsesión. Despedaza y juega con relaciones posibles, ensaya con formas, colores y texturas y finalmente aglutina los fragmentos, a veces reales, otras veces ficcionales, generando una tensión entre, la aparente veracidad ilusoria del tompe-/’oei/ de la pintura al óleo y la veracidad material de los fragmentos.

Apelando a la memoria, este cúmulo de recortes aislados, son recuperados desde el apócrifo recuerdo, sacando a flote la invisibilidad de los aspectos secundarios de la imagen, a la que pertenecieron originariamente.

Paisaje y naturaleza se presentan como engañosa realidad para ser interpelados por fragmentos que obstaculizan la visión y, funcionan al mismo tiempo, como imágenes de lo insondable que contiene toda obra
de arte.